martes, 30 de octubre de 2007

TRABAJO DE EDUCACIÓN

LA EDUCACIÓN EN LA EDAD MEDIA

La Edad Media fue un periodo de la historia europea comprendida entre la desintegración del imperio Romano de Occidente, en el siglo V, hasta el descubrimiento de América, en el siglo XV. Fue un periodo caracterizado por muchos autores y especialista como de “tinieblas y oscuridad”, de parálisis del progreso, que fue ubicado entre la gloria de a antigüedad clásica y el desarrollo del renacimiento.

Las características más denotadas de este tiempo, a manera general, fueron:

El teocentrismo, dominio de la concepción teológica sobre otros conocimientos, Dios como centro esencial del aprendizaje; el feudalismo que era un “sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa Occidental (…) El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad (…).”[1] Y la Iglesia, el clero dominaba todo lo relacionado a la educación y además era la cabeza en la escala social de esa época.

De lo señalado anteriormente, como preámbulo aclaratorio, el objetivo de este escrito es denotar cómo era la educación en el periodo del medioevo, una época caracterizada por muchos como oscura e intrascendente pero que en síntesis dejo legados importantes para la posteridad y los estudios significativos de los clásicos.

El periodo conocido como edad media se dividió en alta, plena y baja edad. Si la alta edad media se caracterizo por la ausencia de creatividad intelectual en Europa Occidental, la plena edad media fue el surgimiento del saber, las artes y las letras. Sobre todo de universidades, las más valiosa creación medieval para la posteridad.

En un principio, tres tipos de organización tuvo la escuela medieval:

“ a) escuelas monásticas b) catedralicias y c) escuelas parroquiales. Las primeras fundadas al lado de monasterios, se dividían a su vez en (scola interior) y (scola exterior). La primera era para los oblatos, la segunda para clérigos seglares y para seglares. Al lado de las escuelas monásticas aparecieron en las ciudades escuelas obispales y las escuelas catedralicias.”(Jaramillo 1970: 76). En general durante la edad Media, la educación estuvo regida por los preceptos religiosos y morales de la Iglesia Católica

Las universidades nacieron como gremios de maestros y escolares en el s XIII. Hasta entonces, las escuelas catedralicias y monásticas eran los únicos centros de enseñanza en Europa Occidental.

Profesores y alumnos de las escuelas catedralicias decidieron agruparse y formar su propia universitas, como se llamaba en latín a todas las corporaciones educativas. El lugar donde se desarrollaba la clase era estudios generales.

Las primeras universidades fueron las de Paris (Sorbona), célebre por sus estudios de teología; la de Bolonia, por el derecho y la de Salerno, por su medicina, ambas en Italia; Oxford en Inglaterra y Salamanca en España.

Además, todas las universidades contaron con la aprobación del Papa y el monarca respectivo para su funcionamiento. “La máxima autoridad en ellas era el canciller o representante del obispo y al frente de cada facultad había un decano. Las facultades existentes eran teología, derecho, medicina y artes.”(González 1991: 107).

Respecto a los estudiantes, la mayoría eran varones y aspiraban al sacerdocio. No se admitían mujeres. Procedían de diferentes países, de manera que los de una misma nación se alojaban en la misma casa.

CARRERAS Y TÍTULOS

El alumno empezaba su preparación en la facultad de artes donde cursaba el “trivium (gramática, retórica y dialéctica) el cuadrivium( aritmética, geometría, astronomía y música), llamadas las siete artes liberales. Este plan de estudios procedía de las escuelas monacales y catedralicias, las cuales lo habían heredado de la civilización romana.” (Ibid 1991: 107). Al finalizar esos estudios, el alumno recibía el grado de bachiller y usaba tal título delante de su nombre. Los bachilleres escogían una carrera, al final de la cual obtenían la licencia para enseñar en todas partes.

Los licenciados que elaboran y defendían una tesis eran recibidos en el grupo de maestros o doctores de la universidad. En las ceremonias de grado, por influencia de las investiduras de la época, se imponían al graduando los atributos y símbolos de su jerarquía intelectual: la toga, el birrete y el anillo.

Con respecto a las clases, se dictaban en latín y consistían en exposiciones orales del maestro, pues apenas había libros, mientras que los alumnos tomaban notas; eran comunes los debates entre los profesores y alumnos con motivo de temas controvertidos. Todo era basado siempre sobre los textos de los sabios de la antigüedad. La investigación y la experimentación, concebidas como creación de ciencias, no se desarrollaban.

Las relaciones entre maestros y alumnos eran distantes y poco afectuosas, se encontraba una tolerancia nula, el castigo corporal era frecuente, el educando no podía expresar su opinión personal ni disentir, “(…) el objetivo final de la educación impartida buscaba el obedecimiento al mandato de la Iglesia y de sus normas morales y religiosas”( Rivero 1994: 162).

Cabe añadir, que las universidades desarrollaron la civilización europea, no sólo por la transmisión del saber, sino porque fueron órganos de opinión pública ante los problemas de su tiempo.

El saber dejó de ser exclusivamente para el clero porque la presencia de los laicos creció en el ámbito universitario.

LA ESCOLÁTICA

Este nombre se aplica a la “filosofía que nació en las escuelas catedralicias y monásticas (de ahí su nombre) y que se desarrolló en las universidades. El auge del pensamiento filosófico se debió a la agitación intelectual que provocó en Europa Occidental el conocimiento de las obras de Aristóteles.” ( Ibid 1991: 109).

Así, pues, “los pensadores escolásticos mezclaron lo que habían escrito los padres de la Iglesia en los siglos III y IV con los escritos de los filósofos griegos Platón y Aristóteles esta labor fue realizada durante el s. XIII por tres monjes, a quienes la Iglesia santificará luego de su muerte: San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura” (Rivero 1994: 163).

El más importante Personaje de estos tres fue Santo Tomás de Aquino que “cristianizó” el pensamiento de Aristóteles, siguiendo la inquietud de los filósofos de buscar puntos de armonía entre el pensamiento racionalista del filósofo griego y las creencias cristianas aprobadas y precisadas en los concilios. El dominico Tomás de Aquino, quien vivió en el s XIII, logró encontrar la armonía, fue el más grande filósofo del Medioevo. Su obra más grande fue la Suma Teológica, en la cual estableció la diferencia entre la teología y la filosofía.

Para lograr la síntesis de fe y razón, Santo Tomás adoptó la lógica de Aristóteles y otros conceptos compatibles con los dogmas que a partir de entonces quedaron incorporados al pensamiento cristiano.

Pero la mayor crítica a la escolástica es el dogmatismo que coartó la libre expresión del pensamiento. Sin embargo, el gran aporte de esta consistió en haber introducido en la civilización cristiana de occidente el pensamiento racionalista de los griegos, que se había perdido desde los comienzos de la Edad Media, y en ejercitar en el raciocinio a varias generaciones, lo cuál preparó el espíritu crítico y científico que predominará en los siglos de la Edad Moderna.

BIBLIOGRAFÍA

RIVERO DIAZ, Gonzalo. VELEZ DARIO Javier. De CHIAPPE Eleona, LA ROTTA LONDOÑO Esperanza. GAITÁN GARCIA Gabriel (1994). Mundo Medieval 7. Santafé de Bogotá: Editorial Libros y Libres, Pág. 328.

Enciclopedia de consulta Encarta 2004.

GONZÁLEZ MONTENEGRO, Augusto. CUBIDES SALGUERO, Jorge. (1991). Civilización 7. Bogotá: Editorial Norma, Pág. 378.

JARAMILLO URIBE, Jaime (1970). Historia de la Pedagogía como Historia de la Cultura. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Dirección de divulgación cultural.



[1] Enciclopedia Encarta 2004

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