martes, 30 de octubre de 2007

TRABAJO DE ARISTÓTELES

UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER

ESCUELA DE FILOSOFÍA

SEMINARIO DE ARISTÓTELES

EXPOSITOR: ALAKXTER LOYOLA

PROTOCOLO # 2

PROTOCOLANTE: CARLOS GÓMEZ

Se desarrolló la exposición dividida en dos partes; la primera el día 29 de marzo y la segunda el 4 de abril del presente año, titulada:

Objetos que imita la poética- hombres superiores / hombres vulgares

En esta primera parte de la exposición, el foco de atención por parte del expositor, se centra en torno a las posibilidades de la poesía como medio o forma de representar o si se prefiere imitar los actos humanos, esto es, a un mismo tiempo el objeto de imitación de la poesía y a su vez esclarecer en que medida el objeto de la misma en cuanto tal, se dirige hacía aquello que determina la naturaleza de los hombres, es decir, sus acciones.

Con ello, lo que se busca es dar a entender que el accionar humano es lo que establece la distinción entre los mismos hombres y por consiguiente, aquello que permite juzgar una conducta como buena o mala.

Así pues, la fuerza y la belleza de la poesía radica no tanto en su objeto de imitación, sino ante todo en su cualidad sensible que le permite representar fielmente aquello que nos hace más humanos, hablamos pues de nuestras acciones, junto con el contenido ético y estético que se introduce y forma parte esencial de toda obra poética.

Ahora bien, lo que agrega un rasgo definitorio al objeto de la poética, es sin duda alguna, sus distintos elementos compositivos, los cuales siempre son expresados y manifestados a través del discurso poético, gozando de una amplia gama de matices que le permitan exponer su objeto de representación.

En otras palabras, se trataría ante todo de reconocer como la poesía se sirve de distintos géneros, para exteriorizarse o manifestarse y a su vez, enriquecer su reproducción imitativa.

En este punto de la exposición se trae a colación y a manera de ampliación sobre los objetos que imita la poética, las observaciones hachas por el filósofo estagirita, Aristóteles, en torno a un modo o especie bastante concreta de la poesía, como lo es la pintura, y la manera en que ésta emplea sus elementos específicos e implementa un lenguaje particular (el de la pintura) para hacer posible la imitación de un objeto, que en el presente caso de tratará del actuar humano.

En este orden de ideas, se debe tener en cuenta, que de acuerdo al género poético y por ende a su función también se presentan variaciones que estarán enfocadas a un mismo objetivo a saber: la representación imitativa de las acciones de los hombres independientemente de si son virtuosas o no.

No obstante y pese a la anterior descripción, persiste cierta imprecisión en torno a la capacidad de la poesía como una técnica de interpretación de la realidad, o mejor aun de representación fidedigna de la naturaleza humana. Pues bien, como es sabido, existen componentes dentro del accionar humano, que le confieren una suerte de impredictibilidad, con lo cual se pierde la valoración de las acciones de los hombres y por ende se presenta una imposibilidad frente al objeto de imitación de la poesía misma, en la que ya no es posible establecer un ideal humano claro y bien delimitado.

A modo de cierre, ser pone en evidencia:

Que existe una ambigüedad, referente a el objeto de imitación de la poesía y que dicha ambigüedad, obedece a la multiplicidad de factores que hacen el comportamiento humano no se reduzca o no se pueda sujetar a una representación imitativa. Como por principio debiera hacerlo la poesía.

En la segunda parte de la exposición, el punto de partida es indudablemente el esclarecimiento sobre el papel que desempeña el objeto de la poética, esto es el discurso poético junto con la organización de los distintos géneros poéticos o de poesía, para establecer un objeto de imitación, como lo son las acciones de los hombres por medio de pautas o parámetros que introducirá gradualmente el poeta. Permitiendo así establecer una escala de valoración que haga posible la representación de acciones virtuosas o viles, según sea el caso.

En este sentido, se delimita y diferencia tanto el objeto como la función de la Poética y la poesía respectivamente, pero también es posible señalar el trabajo conjunto que realizan estas dos (poética – poesía) en tanto que exista un objeto a imitar.

Así, se evidencia como es que en la diversidad del accionar humano, reside el propulsor para que el poeta se de a la tarea de revalorar aquello que ya ha sido previamente valorado, es decir, que se trata ante todo de mostrar, como aquello que determina la especie de la poesía es su esencia misma, conjuntamente con sus partes. Permitiendo así, la valoración de las acciones en el hombre y por lo tanto, el establecimiento de un objeto cuya representación no solo es viable, sino además posible.

Sin embargo en este punto de la exposición surge a la vista, aquello que para los griegos determinará toda acción humana y por consiguiente su propia valoración, hablamos del vicio y de la virtud.

Se concreta la revaloración de los actos humanos que realiza el poeta, no sería más que un trabajo ulterior que hace parte fundamental de una representación imitativa, pero a su vez, revela una suerte de paradoja que consiste a saber en :

Si bien es cierto que virtud y vicio son nociones que se excluyen recíprocamente por todo lo que estas implican y contienen, que acaso también no es cierto el hecho de que la existencia y posibilidad de una de estas de deba y obedezca a la existencia de la otra.

Así pues, surgirán entonces dos escenarios propicios para lidiar con dicha polarización, como lo son: la tragedia y la comedia.

Dicho más escuetamente, aquello que permite una valoración o para el caso, una revaloración ya sea buena o mala frente a una acción; esto es frente al objeto a imitar por parte del poeta, sirviéndose de la poesía y del discurso poético que le permitirá emplear tal o cual especie de poesía, serían aquellos criterios que ha tomado como referente, el carácter volitivo e intencional, así como también las leyes particulares y naturales de una sociedad, tal como lo hace notar Aristóteles en la Retórica.

Posteriormente se resalta al interior de la exposición la importancia que Aristóteles confiere a los antecedentes o causas que habrán de encaminar una acción para poder estipular una valoración ecuánime sobre la misma. Que para el caso del estagirita puede obedecer a: la maldad, la edad o su obrar conducido por la necesidad, la fuerza o el azar; en el primer caso tenemos causas internas, es decir inherentes al hombre, mientras que en el segundo, se trata de factores externos que le impulsan a obrar de un modo específico, conduciendo así la valoración de sus acciones desde puntos distintos.

Finalmente y a manera de conclusión, se observa como las pautas que señala a Aristóteles para la valoración de las acciones de los hombres, son aquellas que hacen posible la revaloración del accionar humano, el cual es expresado y manifestado en el acto imitativo.

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