Es evidente que toda reflexión seria, sobre el proceso evolutivo de las ideas en torno al Principio de Inercia, este es, sobre la concepción que poseemos actualmente de un concepto de la física, como lo es la inercia, y de su forma de construcción, obedece en parte a modos de comprensión, esquemas y modelos convencionales y/o clásicos si se prefiere.
Así, pues, surge a la vista, uno de los problemas teórico – cultural-filosófico y científicamente más importantes y difíciles, que fue el de establecer como se define el principio de inercia; sin lugar a dudas el carácter problemático deriva no tanto de una determinación, en términos esencialistas (= nominativos o bajo la forma de entidades conceptuales), de lo que la inercia es en cuanto tal, sino ante todo, del establecimiento de cuestiones tales como: ¿ Cuales son las posibilidades de la inercia?·,¿ Cómo se configura?, ¿ Cuáles son sus especifidades y su necesidad?.
De lo anterior, todo lo cual es un problema de vasto alcance, que se manifiesta y posee una insistencia acusada, en la actividad de interpretación de la realidad, para la cual el ser humano construye continuamente todo un andamiaje explicativo, de acuerdo al conocimiento del que se dispone en cada época.
En este orden de ideas, la historia oficial de la física, más exactamente de la mecánica, dará cuenta del ingente esfuerzo por parte de figuras tan representativas como: Nicolás Copérnico, Giordano Bruno, Tycho Brahe y J. Kepler[1]; por establecer y adjudicar un estatuto filosófico, esto es, en un sentido ontológico y metafísico, a la vez que científico al reposo como tal, al tiempo que se produce una ruptura o disolución de la arraigada forma de conocer, entender, pensar y razonar propia del medioevo, que de cierta forma causo un retroceso en el avance e investigación científica.
De este modo, los personajes mencionados anteriormente habrían de preparar (y esperar) el camino para el establecimiento de una rama de la física, cimentadas en las matemáticas, que finalmente abordaría, nuevamente el concepto de Inercia, lo depurara y desarrollará de forma sólida, hablamos pues de la mecánica cuyos máximos representantes serán: Galileo Galilei y Rene Descartes (ulteriormente Newton) respectivamente.
Queda definido que precisamente el pensamiento de Galileo y Descartes ( ya sea de forma directa o indirecta) se convertirán en los responsables del nacimiento de la ciencia moderna.
Ahora bien, en este sentido se hace absolutamente indispensable apuntar hacía el núcleo concreto de estas dos posturas, puesto que lo que subyace a dichas posiciones, no es otra cosa que: la búsqueda de una formulación consistente y coherente, del principio de inercia, que permitiría comprender no solo la realidad física, sino, también, la mayor parte de procesos que se suceden al interior de la misma.
Indiscutiblemente una de las obras que mayor impacto generó entre la comunidad académica, así como entre los colegas en la época de Galileo fue: El Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, terminado y publicado en 1632.
En dicho libro, Galileo intenta exponer a través de la construcción de personajes, con estilos y formas de pensamiento diametralmente opuestas (recuérdese a Salviati y Simplicio), la imposibilidad de las ideas Aristotélicas en torno al movimiento de los cuerpos, así como también de la noción misma de reposo formulado por Aristóteles.
Acerca de esto, pese a que Galileo habrá de ocuparse del movimiento de los cuerpos, todo parece indicar que alcanza a llegar a los umbrales del principio de inercia, sin que por ello, lo formule ( final) y formalmente, es decir Galileo se ve obstaculizado e impedido ( más por convicciones y concepciones tradicionales, como lo era sin duda la idea del cosmos[2]). Que por cualquier otro motivo que se le pudiera atribuir posteriormente.
Por lo tanto, para hacer un poco más específica esta formulación, se intenta sintetizar el tratamiento que realiza Galileo, en torno al movimiento.
A propósito de la “ polémica anti-aristotélica”, Aristóteles afirmaba, que el estado natural de un cuerpo era estar en reposo y que este sólo se movía si era empujado por una fuerza o un impulso, de los cual se deducía que un cuerpo pesado debía caer más rápido que uno ligero, porque sufría una atracción mayor hacía la tierra, sumado a ello la tradición aristotélica también sostenía que se podrían deducir todas las leyes que gobiernan el universo por medio del pensamiento puro, motivo por el cual, no era necesario comprobarlas por medio de la observación.
De esta forma, nadie antes de Galileo se preocupó de ver si los cuerpos con pesos diferentes caían a velocidades diferentes. Lo que hace Galileo, es dejar caer bolas de distintos pesos (entre otros tantos ejemplos), a lo largo de un plano inclinado. De este modo, las mediciones de Galileo indicaron que cada cuerpo aumentaba su velocidad al mismo ritmo, independientemente de su peso, en los experimentos de Galileo cuando un cuerpo caía rodando, siempre actuaba sobre el la misma fuerza (su peso) y el efecto que se producía consistía en acelerarlo de forma constante.
Esto demostraba que el efecto real de una fuerza, era el de cambiar la velocidad del cuerpo, en vez de simplemente ponerlo en movimiento como se pensaba anteriormente, ello también significaba que siempre que sobre un cuerpo no actuaba ninguna fuerza, éste se mantendría moviéndose en una línea recta con la misma velocidad.
La física Galileana, es ante todo una física de los graves, esto es de cuerpos que por su peso tienden a caer. Así pues tal y como lo señala Koyre (estudiosos de la filosofía galileana), el motivo fundamental por el cual Galileo no logra (ni puede) formular el principio de inercia, reside en el problema de interpretación en torno a la gravedad por parte del propio Galileo. Cito· :” para él la gravedad y la masa se confunden” de ello se deduce que la gravedad en la física galileano fuese concebida como una “fuerza” que opera sobre un cuerpo, sino más bien, es entendida como una propiedad inherente al cuerpo.
Pues bien, la imposibilidad de un movimiento inercial ( o si se prefiere, de un estado de reposo), en Galileo, obedece al carácter internalista que este, tiende a adjudicarle a la gravedad, observación ( esta) que encuentra una expresión bastante puntual por parte de Koyré de la siguiente manera, cito· :” Si ningún cuerpo puede moverse en línea recta, no es porque encuentre necesariamente obstáculos o experimente atracciones, que se lo impiden es porque de por sí rehusa el movimiento rectilíneo. Su peso lo arrastra hacía abajo y si, cosa imposible, se suprimiera ese peso, su movimiento no se enderezaría; desaparecería con el ser físico del cuerpo”.
En efecto, la consecuencia que se extrae es, que Galileo al no lograr formular el principio de inercia, no realiza el transito (decisivo y fundamental para la ciencia y en especial para la física en general) del cosmos ordenado y finito al universo infinito que habrá de caracterizar la nueva ciencia.
Ahora bien, tras las anteriores consideraciones, y teniendo en cuenta que el problema que aquí ocupa continua sin resolver, al proceder a un rastreo histórico-genealógico, se encuentra casi de forma colindante a Galileo, a un pensador de gran influencia tanto en el ámbito filosófico como científico, que tendrá la oportunidad y el mérito de formular de manera “clara y distinta” el principio de inercia. Se habla del francés René Descartes.
Básicamente, lo que hace Descartes es una descripción estrictamente cualitativa, en torno al principio de inercia, estableciéndolo como una de las primeras leyes fundamentales de la naturaleza. Debe aclararse también que Descartes llega al principio a partir de una convicción teológica, que en este caso será Dios, entonces este se constituye en la primera causa del movimiento, pues fue quien creo: materia – movimiento y reposo·, siendo estas dos últimas propiedades que se conservan en cualquier cuerpo material, gracias a la acción divina original.
De este modo, la ley de la inercia en Descartes se basa en una explicación teológica, este es, que Dios continua siendo una hipótesis necesaria, para validar una formulación o explicación.
En efecto, lo significativo en Descartes es sin duda la enunciación formal-explicita de la primera ley de la naturaleza, esto es la inercia, que dicta así, “cada cosa persevera siempre en el mismo estado en cuanto depende de ella, de modo que lo que se mueve una vez, tiende a moverse siempre”.[3]
De lo anterior se sigue que: la única posibilidad de cambio en un cuerpo; de su estado natural, se debería a una causa externa.
Una observación importante en este punto se hace necesaria, la imagen de un cosmos finito y ordenado, derivada de Galileo, tanto como la imagen de un universo infinito que sin embargo queda supeditado a la creación divina, esbozada por Descartes, coinciden a pesar de sus marcadas diferencias en una misma cosa, a saber: en que ambos cuadros, buscan arduamente una formulación que permita dirimir a un nivel filosófico científico el estado de reposo.
Esto, a su vez, permita una comprensión mucho más rica y dinámica de la realidad física, gracias a la conjugación entre una filosofía y una eclosión de la ciencia clásica. En este orden de ideas, es más que evidente la observación así como conclusión a la que llega Koyre, más que hablar de una superioridad en la demostración en torno a la inercia, se trataría es de adjudicar el mérito y reconocimiento quien logra llegar a formular un principio y ley fundamental para el desarrollo ulterior de la mecánica clásica.
En este caso, Descartes, es sin duda quien logra establecer el principio de inercia como una ley natural, siempre y cuando a imposibilidad del movimiento inercial sea entendida a la luz de causas externas.
Obviamente Descartes distingue entre la masa de un cuerpo y la gravedad que ejerce una fuerza sobre el cuerpo, lo que le permite una comprensión más adecuada, a diferencia de Galileo.
¿Cuál es el fundamental aporte de Galileo y Descartes al desarrollo de la ciencia y la filosofía?
Particularmente considero que uno de los aportes fundamentales para el quehacer filosófico, como para el científico, fue la construcción del método, este es, del Discurso del Método.
En efecto, el método debe combinar el rigor de la lógica formal y las matemáticas, intentando corregir los defectos que estas dos disciplinas presentan. Así, pues el instrumento vital y guía para el método habrá de ser, la Razón, empleando siempre el menor número de leyes posibles, tales como:
- No admitir como verdadera, cosa alguna que no hubiese conocido con anterioridad que lo era.
Haciendo alusión claro esta, al papel que juega la experiencia dentro del ámbito investigativo.
- Descomponer las dificultades, en tantas partes, como lo requiera su mejor solución.
Hablamos pues, de un procedimiento analítico, en el que la disolución en partes de un sistema X de estudio, facilita su comprensión.
- Llegar a la síntesis, partiendo de los objetos más sencillos, hasta llegar a los más compuestos.
Derivada esta ley de la anterior, es meritoria, en la medida en que se toma el análisis como referente sin desdeñar la síntesis, con lo cual la conjunción de estos dos modos, permitiría a la ciencia una mayor apertura a los diversos niveles explicativos.
Respecto a Galileo considero que lo principal para el ámbito de la ciencia, en especial para la astronomía, fue el uso del telescopio para la observación de valles y montañas lunares, manchas solares, los cuatro satélites de Júpiter y las fases de Venus. Para la física, su contribución fue importante en las leyes que rigen la caída de los cuerpos, el movimiento de los proyectiles, los péndulos y la mecánica y resistencia de los materiales.
Otra importante novedad de Galileo fue el uso de las matemáticas como instrumento fundamental para el estudio del mundo físico. Pero sobre todo lo más significativo será ese afán de investigar, y experimentar que caracteriza a todo hombre de ciencia, y a todo hombre que busca más allá de la realidad aparente, deseando para si una compleja aunque no siempre completa, énfasis de conocimiento y entendimiento.
En el campo de la filosofía, considero, que trata de enseñar que esta no se corrige, sino que se refuta. Lo anterior demarcado en los conceptos tan arraigados que tenía la concepción escolástica del Aristotelismo. Dependían mucho de ésta y no transitaban por otros nuevos modos de pensamiento cognitivo. Todo precisaba en un contorno dogmático.
Cabe señalar que Galileo, muestra como los caminos de la investigación están al alcance de la mano de cualquiera, y que todo depende en señalamientos correctos y deductivos, propios de un hombre que ama toda clase de ciencia, sea esta filosofía, física o demás. Lo interesante es debatir opiniones, como se hace en los Dos Máximos Sistemas del mundo, todo en aras de la búsqueda de la verdad y esta sea abarcable a toda la humanidad. Además que se beneficien muchos para encontrar soluciones a los problemas tanto universales como particulares en los cuales vive sometido el hombre.
· Debe recordarse en los siglos XVI y XVII que en el ámbito tanto científico como filosófico, el objeto de estudio primordial habría de ser el movimiento, en tanto que el reposo es apenas considerado. De ahí el talante de la pregunta
[1] Ver: Alexandre Koyré ( Galileo y la ley de Inercia) pags: 153 – 159 – 169 y 174
[2] Vease pag 246.
Cito: “(…) la imposibilidad en que se halla Galileo de formular el principio de la inercia se explica por su parte, por su negativa a renunciar del todo a la idea de Cosmos (…)
· Ver: A. Koyré ( Galileo y la ley de la inercia) pag 263
· Ver: A Koyré pag 264
· Ver: René Descartes ( Sobre los principios de la Filosofía) pag:98
[3] Ibid pag 99
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